Nueva traducción de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Disponible a partir de Enero del 2025Navidad: revelación de nuestra inocenciaBeulah M. Roegge Del número de diciembre de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana
La Navidad Representa la inocencia — la exención de pecado y culpa — que hombres y mujeres sabios, pastores y otros trabajadores han anhelado a través de todos los tiempos. Para encontrar tal inocencia es necesario emprender un viaje espiritual que incluye diversas lecciones: desde las que nos enseña al pequeño hijo de una virgen, hasta la comprensión científica de la bondad infinita. Este viaje nos lleva a alcanzar un conocimiento puro de Dios que excluye la creencia en el mal como un poder o una realidad concretas.El relato bíblico de que la inocencia del hombre deriva de Dios, presagiando la vida y el ejemplo de Cristo Jesús, comienza con el primer capítulo del primer libro de la Santa Biblia. Allí se revela que el hombre — varón y hembra — no sólo es creado por Dios, sino que es muy bueno, es decir, sin pecado o capacidad de pecar. Los relatos alegóricos e históricos posteriores acerca del comportamiento pecaminoso oscurecieron la visión de ese hombre ideal. La Navidad ofrece la oportunidad de aclarar la visión y redescubrir la naturaleza genuina, incorruptible e impecable que tenemos todos.¿Por qué celebramos cada año, en una fecha históricamente inexacta, el nacimiento de un niño? ¿No será que — nos demos cuenta de ello o no — el nacimiento y ministerio sanador de Cristo Jesús nos muestra que somos verdaderamente los hijos de Dios? Ambos ilustran que, a pesar de las apariencias humanas, Dios es el Padre de todos nosotros, por tanto, el verdadero origen de nuestro ser es inmaculado, nuestra sustancia verdadera es siempre nueva, el fresco renacer de la Vida eterna. Al considerar nuestro origen desde esta perspectiva, vemos que la redención no es realmente la reconstrucción de un mortal, es la reaparición de una perfección que es inviolable e inherente al hombre.La Navidad es la celebración de la obra de la vida de Jesús, que revela las asombrosas posibilidades que puede tener el hombre cuando no está obstaculizando por el pecado. Su vida reveló que la inocencia es algo más que la ausencia del mal. Es la confirmación de la actividad del bien en la tierra. Nos dice que la materia, la tierra de cultivo de la mortalidad y el pecado, se somete a la demostración pura del Amor divino.La concepción misma de Jesús estuvo desprovista de las creencias materiales de procreación y su humilde nacimiento estuvo enteramente separado de los ataques del poder mundano. El hecho de que su nacimiento haya sido revelado a unos pocos reyes magos y pastores puede indicar que es necesario esforzarse por comprender a Dios, seguir Su dirección y tener una humilde fe en Su presencia, para poder comprender el ser verdadero que Cristo Jesús representó.El ministerio público de Jesús está lleno de incontables ejemplos de protección, desde tormentas en el mar hasta maquinaciones de gente malvada. Al comentar el pasaje de Apocalipsis 12:10–12 en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy escribe: “Aquí las Escrituras declaran que el mal es temporal, no eterno”.
1Y anteriormente, en el mismo capítulo deCiencia y Salud,al percibir la destrucción de la lujuria y la hipocresía, declara: “La inocencia y la Verdad vencen a la culpa y al error”.
2El profeta hebreo Habacuc escribió acerca de Dios: “Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio”
3 Jesús sabía que este Dios —el único Dios— era su Padre, e igualmente se abstenía de conocer el mal en cualquier forma, ya fuera pecado, enfermedad o muerte.“Tus pecados te son perdonados”,
4 dijo Jesús a un hombre a quien sano de parálisis. Tal asociación del perdón con la curación física indica que el objetivo tradicional de la religión de reformar al pecador debe extenderse de manera natural a la curación de los enfermos. Tanto el pecador como el enfermo pueden sanarse al adorar al único Dios sobre una base científica, sobre la base de que la única creación de Dios es espiritual y buena, donde el mal no puede existir.Es la actividad del Cristo — el divino mensaje que comunica la verdad de Dios a la conciencia humana — lo que disipa la creencia en el mal. Podemos honrar al Cristo salvador en la celebración anual del nacimiento de Jesús. El hacerlo alimenta abundantemente el pensamiento, en especial a la luz de la interpretación metafísica de “año” que se encuentra en Ciencia y Salud. Dice en parte: “tiempo para que uno se arrepienta”.
5 Al pensar en sus actividades diarias, la mayoría de las personas encuentran actitudes y acciones que podrían mejorar. La contemplación anual de la vida del inmaculado Cristo Jesús nos habla de arrepentimiento y de la influencia sanadora siempre presente del Cristo, que Jesús demostró plenamente. El ejemplo y las enseñanzas de Jesús nos inspiran a sentir un genuino arrepentimiento, acompañado a menudo de una pena tan grande por el error cometido, que jamás volveremos a repetirlo.“Un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro”.
6 Podemos considerar estas palabras de Isaías, no solo como una profecía del nacimiento de Jesús, sino también como una profecía que se renueva en nuestra vida. A medida que abandonamos los razonamientos falsos de los sistemas que fomentan la justificación propia y recurrimos de todo corazón a Dios como un niño pequeño, encontramos purificación. Nuestras vidas reflejan en forma creciente este gobierno del Cristo. La inocencia a la manera de un niño nos capacita para demostrar el reino de los cielos.La recuperación de la inocencia — o, podríamos decir, la manifestación de la inocencia inherente a nosotros — restituye “los años que comió la oruga”.
7 Ésta es una promesa de Dios, según la define el profeta Joel. Puesto que el bien es la realidad de la existencia, lo que sea desemejante al bien no tiene fundamento para continuar ni para ser recordado. Muchas personas han aprendido esta lección a través de la Ciencia Cristiana y encontraron que el bien de años pasados, que creían perdido, les es restituido. Mediante el estudio de esta Ciencia, muchas personas han recuperado el gozo de la Navidad, y yo soy una de ellas.Yo no estaba consciente del gran vacío creado en mi vida por las creencias sicológicas y teorías humanistas que pusieron a un lado la educación religiosa que había recibido de pequeña y mi amor por Cristo Jesús. Poco después de comenzar el estudio de la Ciencia Cristiana fui instantánea, permanente y casi dramáticamente sanada de un problema nasal crónico. “No existen vacíos”, me dijo sencillamente la practicante de la Ciencia Cristiana al aceptar darme tratamiento mediante la oración para esta condición. No entendí lo que quería decir; Sólo supe que estaba sanada. Tiempo después me di cuenta de que el amor de mi niñez por Jesús había regresado. La Ciencia Cristiana había explicado lógicamente el nacimiento virginal, la crucifixión, la resurrección y la ascensión del Salvador. Mi convicción espiritual fue restaurada, el aparente vacío fue llenando y los años de duda eclipsados. Jamás olvidaré el gozo que sintió por aquel regalo de Navidad. Aun hoy, al escribir este artículo, mi corazón entona una alegre canción navideña.La celebración de la Navidad puede ser la celebración de nuestro propio nuevo nacimiento. En un artículo titulado: “El nuevo nacimiento”, la Sra. Eddy escribe: “¡Qué pensamiento iluminado de fe es éste! que los mortales pueden despojarse del 'viejo hombre', hasta que se halle que el hombre es la imagen del bien infinito que llamamos Dios, y aparece la plenitud de la estatura del hombre en Cristo”.
8 La aparición del niño de Belén trajo al mundo un nuevo nacimiento. Por primera vez el hombre ideal fue visto en la tierra. Para muchos, con su aparición comenzó una nueva era.Ya sea que pasemos estos días en tranquila soledad, o participando en fiestas familiares, o bien que estemos actualmente pasando por privaciones, podemos esperar sentir la alegría de un niño, ya que ésta es la esperanza de la Navidad.Desde un punto de vista absoluto, toda la creación de Dios ha sido creada inmaculada y espiritualmente. Al aceptar nuestra concepción espiritual y esforzarnos diariamente por demostrarla mediante la purificación de nuestros pensamientos y de nuestra vida, nos liberamos progresivamente de todo conocimiento del mal o la materia como realidad. En su artículo titulado “El significado de la Navidad”, la Sra. Eddy escribe: “Representa el Alma eterna que nos informa y que se reconoce sólo en la armonía, en la belleza y la generosidad de la Vida eterna, en la verdad que es Vida, la Vida que sana y salva a la humanidad”.
9Cuando permitimos que “el Alma eterna que nos informa” (Almaes aquí un sinónimo de Dios) sea nuestro único revelador, las fiestas se convierten realmente en días santos. Para abrir nuestros ojos a esta revelación, quizás podríamos leer el segundo capítulo de Mateo, el segundo capítulo de Lucas y el pequeño libroWhat Christmas Means to Me,una recolección de declaraciones de la Sra. Eddy respecto a este tema. Es en uno de estos artículos, escritos al comienzo de este siglo, que leemos: “Una vez más está con nosotros la amada Navidad”.
10Cada Navidad celebrada desde entonces —a casi un siglo de ser escritos esos artículos— puede ser vista como un ciclo de luz, revelando a la humanidad la bondad que expresó Dios al enviar a Su Hijo para que fuera el Salvador del mundo. Cada Navidad puede recordarnos la excelencia de ese Hijo y acercarnos al tiempo en que “la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar”.
11A medida que permitimos que la vida de Cristo Jesús profundice nuestro entendimiento de Dios, de su Padre y de nuestro Padre, encontramos que nuestra inocencia original nos es restituida. Los recuerdos infelices pierden su capacidad para atormentarnos y los buenos recuerdos reaparecen. El gozo de la Navidad incluye la promesa de que nuestro entendimiento del Cristo madurará hasta tal punto que podremos emular aún mejor las obras de nuestro Maestro.
1 Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 569. ↑
2 Ibíd., pág. 568. ↑
3 Habacuc 1:13. ↑
4 Marcos 2:5. ↑
5 Ciencia y Salud, pág. 598. ↑
6 Isaías 9:6. ↑
7 Joel 2:25. ↑
8 Escritos Misceláneos, pág. 15. ↑
9 La Primera Iglesia de Cristo, Científico y Miscelánea, págs. 259–260. ↑
10 “Navidad, 1900”, Lo que la Navidad significa para mí, pág. 27. Véase también Miscelánea, pág. 256. ↑
11 Habacuc 2:14. ↑
"Alegría y regocijo que fortalecen e inspiran"
Por Maria Damiani
¿Cómo se puede experimentar auténtico regocijo? Casi todo el mundo se hace esta pregunta en algún momento, ya sea explícita o implícitamente. Todos anhelamos regocijo y satisfacción duraderos, pero a veces nos resultan difíciles de alcanzar. En esos momentos en los que parece que los problemas no tienen solución, o cuando simplemente tratamos de encontrar la mejor manera de sentirnos contentos, hay una respuesta que va más allá de meras ilusiones o esperanzas fugaces. El regocijo verdadero y duradero se encuentra en Dios, la fuente de todo bien, cuyo manantial de amor y regocijo es constante.
Este versículo bíblico de Filipenses: “Regocijaos en el Señor siempre” (Filipenses 4:4) nos recuerda que, independientemente de la situación o circunstancia, al recurrir primero a Dios podemos encontrar fortaleza en Su gracia para regocijarnos. También podemos leer en Salmos cómo David, el rey y profeta bíblico, podía decir que su corazón estaba alegre, a pesar de la adversidad, porque había descubierto su conexión con Dios. Escribió: “Alegraos en Jehová y gozaos, justos; y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón” (Salmos 32:11). Estos versículos, y muchos otros en las Escrituras, señalan el camino hacia un regocijo real y duradero que tiene sus raíces en la naturaleza de Dios, quien declaró que su creación era completamente buena (véase Génesis 1:31).
Entonces, ¿cómo se logra este tipo de perspectiva espiritual? En mi caso, he descubierto que es importante estar en comunión diaria con Dios mediante la oración y reconocer humildemente la omnipresencia y omnipotencia del Dios viviente. Al orar, esta afirmación me ayuda a comprender mejor y darme cuenta de que la bondad de Dios rodea y abraza a todos sus hijos, y todos podemos sentirla. Confío en que es posible para todos experimentar una verdadera sanación y una alegría duradera por medio de la oración.
He descubierto que orar de esta manera es poderoso y efectivo para lograr cambios reales en mi vida, y estoy agradecida. También he aprendido que la oración es mucho más gratificante cuando bendice a todos, incluso más que a mí misma. Ser parte de una comunidad de fe más grande fomenta vínculos amorosos que sirven para elevar a todos los implicados y hace que la alegría sea mucho más fácil de obtener. Este tipo de iglesia no está dormida ni moribunda, sino viva y sana, porque su propósito activo y perdurable es traer luz y elevar a la humanidad.
Recientemente, en una asamblea anual de La Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, EUA, a la que asistí en línea, un miembro de la Junta Directiva expresó que sentía que si Pedro, el discípulo, estaba en lo cierto cuando declaró que Jesús era “el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, y si el Cristo es la fuente de la Iglesia viviente, entonces la Iglesia debe estar tan viva ahora como siempre lo estuvo o lo estará.
Estoy comenzando a ver que es por eso que la idea espiritual de Iglesia es tan esencial. Los cimientos de la iglesia cristiana son las palabras y obras de curación de Cristo Jesús. Así que una Iglesia viva es aquella que sana y bendice a toda la humanidad. Sus cimientos no se apoyan en el beneficio personal, sino, por el contrario, en el trabajo altruista. Se apoyan en el Cristo, que es la manifestación pura de Dios, o el Amor. Mary Baker Eddy, la Fundadora de la Iglesia de Cristo, Científico, escribió que la Iglesia es “una forma de santidad” y “el cemento de la sociedad”.
Jesús compartió sus enseñanzas del amor incondicional y el poder sanador de Dios en toda Galilea, y eso fue lo que atrajo a las multitudes a su lado. La revelación espiritual ha sostenido a los cristianos a lo largo de los siglos cuando se han reunido para compartir la verdad, la luz divina que va más allá del mero razonamiento humano y no se limita a una denominación en particular.
Esta luz gozosa, disponible para todos, acentúa un sentido más profundo de hermandad que nos une a todos, a toda la humanidad, porque somos dignos de la alegría y el regocijo que nos fortalecen e inspiran nuestras vidas.

Por Maria Damiani
¿Cómo se puede experimentar auténtico regocijo? Casi todo el mundo se hace esta pregunta en algún momento, ya sea explícita o implícitamente. Todos anhelamos regocijo y satisfacción duraderos, pero a veces nos resultan difíciles de alcanzar. En esos momentos en los que parece que los problemas no tienen solución, o cuando simplemente tratamos de encontrar la mejor manera de sentirnos contentos, hay una respuesta que va más allá de meras ilusiones o esperanzas fugaces. El regocijo verdadero y duradero se encuentra en Dios, la fuente de todo bien, cuyo manantial de amor y regocijo es constante.
Este versículo bíblico de Filipenses: “Regocijaos en el Señor siempre” (Filipenses 4:4) nos recuerda que, independientemente de la situación o circunstancia, al recurrir primero a Dios podemos encontrar fortaleza en Su gracia para regocijarnos. También podemos leer en Salmos cómo David, el rey y profeta bíblico, podía decir que su corazón estaba alegre, a pesar de la adversidad, porque había descubierto su conexión con Dios. Escribió: “Alegraos en Jehová y gozaos, justos; y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón” (Salmos 32:11). Estos versículos, y muchos otros en las Escrituras, señalan el camino hacia un regocijo real y duradero que tiene sus raíces en la naturaleza de Dios, quien declaró que su creación era completamente buena (véase Génesis 1:31).
Entonces, ¿cómo se logra este tipo de perspectiva espiritual? En mi caso, he descubierto que es importante estar en comunión diaria con Dios mediante la oración y reconocer humildemente la omnipresencia y omnipotencia del Dios viviente. Al orar, esta afirmación me ayuda a comprender mejor y darme cuenta de que la bondad de Dios rodea y abraza a todos sus hijos, y todos podemos sentirla. Confío en que es posible para todos experimentar una verdadera sanación y una alegría duradera por medio de la oración.
He descubierto que orar de esta manera es poderoso y efectivo para lograr cambios reales en mi vida, y estoy agradecida. También he aprendido que la oración es mucho más gratificante cuando bendice a todos, incluso más que a mí misma. Ser parte de una comunidad de fe más grande fomenta vínculos amorosos que sirven para elevar a todos los implicados y hace que la alegría sea mucho más fácil de obtener. Este tipo de iglesia no está dormida ni moribunda, sino viva y sana, porque su propósito activo y perdurable es traer luz y elevar a la humanidad.
Recientemente, en una asamblea anual de La Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, EUA, a la que asistí en línea, un miembro de la Junta Directiva expresó que sentía que si Pedro, el discípulo, estaba en lo cierto cuando declaró que Jesús era “el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, y si el Cristo es la fuente de la Iglesia viviente, entonces la Iglesia debe estar tan viva ahora como siempre lo estuvo o lo estará.
Estoy comenzando a ver que es por eso que la idea espiritual de Iglesia es tan esencial. Los cimientos de la iglesia cristiana son las palabras y obras de curación de Cristo Jesús. Así que una Iglesia viva es aquella que sana y bendice a toda la humanidad. Sus cimientos no se apoyan en el beneficio personal, sino, por el contrario, en el trabajo altruista. Se apoyan en el Cristo, que es la manifestación pura de Dios, o el Amor. Mary Baker Eddy, la Fundadora de la Iglesia de Cristo, Científico, escribió que la Iglesia es “una forma de santidad” y “el cemento de la sociedad”.
Jesús compartió sus enseñanzas del amor incondicional y el poder sanador de Dios en toda Galilea, y eso fue lo que atrajo a las multitudes a su lado. La revelación espiritual ha sostenido a los cristianos a lo largo de los siglos cuando se han reunido para compartir la verdad, la luz divina que va más allá del mero razonamiento humano y no se limita a una denominación en particular.
Esta luz gozosa, disponible para todos, acentúa un sentido más profundo de hermandad que nos une a todos, a toda la humanidad, porque somos dignos de la alegría y el regocijo que nos fortalecen e inspiran nuestras vidas.

De los Documentos: “El sermón fue hermoso”
De los Documentos: “El sermón fue hermoso”
7 de agosto de 2023
En su labor de publicación digital de la correspondencia, los manuscritos y los sermones de Mary Baker Eddy, el equipo de los Documentos de Mary Baker Eddy ha procesado varios documentos relativos a los sermones que ella dio en Chickering Hall de Boston.1 2 Estos documentos incluyen programas, notas preparatorias y textos de sermones, y pueden leerse en inglés en el sitio web de los Documentos de Mary Baker Eddy. Estos textos nos capacitan para conocer la sustancia de sus sermones y el contexto en el que se presentaron.
La Colección Mary Baker Eddy contiene además cartas de algunas de las personas que escucharon sus sermones. Ocasionalmente, las cartas nos dan una idea de quiénes eran los asistentes, qué aprendieron y cómo compartieron con otras personas las ideas que Mary Baker Eddy presentó, extendiendo el alcance de sus sermones mucho más allá de Chickering Hall.
Hace poco, el equipo de los Documentos encontró una carta que ofrece un punto de vista particularmente lúcido respecto a cómo era escuchar uno de los sermones de Mary Baker Eddy en Chickering Hall desde una perspectiva única: la de Ernest L. Fisk, un niño de once años. Ernest era el hijo de Winslow C. Fisk y Frances B. Fisk, ambos alumnos de Eddy. La familia Fisk vivió en Boston hasta 1887, cuando se mudó a Topeka, Kansas, donde tanto Winslow como Frances fueron practicistas de la Ciencia Cristiana. Winslow era además maestro de la Ciencia Cristiana.
En julio de 1888, Winslow estaba en su hogar en Topeka, mientras Frances y Ernest visitaban Boston y asistían a un servicio religioso en Chickering Hall. En esa época, la Escuela Dominical era tanto para adultos como para niños,3 quienes también asistían a los servicios religiosos. Así, el domingo 15 de julio de 1888, Ernest estaba en la congregación y escuchó a Mary Baker Eddy dar un sermón titulado “Our Ideals” [Nuestros ideales].4 Ese mismo día, escribió un relato del sermón en una carta a su padre.5
Aunque tenía apenas 11 años, la carta de Ernest muestra que escuchó con atención el sermón, tomó muchas ideas útiles de él y se sintió profundamente inspirado:
Acabamos de escuchar a nuestra amada Guía, la Sra Eddy. ¡Oh! ¡Cuántas veces he deseado poder recordar todo lo que dijo y llevar sus palabras conmigo a todas partes! ¡Cuánto más felices somos cuando tenemos felicidad espiritual que cuando tenemos felicidad material! El sermón fue hermoso.6
Compartió también su impresión de la atmósfera del auditorio y de cómo se sintió al ver y escuchar a Mary Baker Eddy en persona: “Cuando la Sra Eddy apareció en la plataforma, su apariencia era tan maternal y serena… cuando entró todo estaba en absoluta calma, y así se mantuvo hasta que el sermón terminó”.7
El sermón se basó en un texto escritural de Lucas: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino” (12:32).8 En su carta a su padre, Ernest narró algunas de las ideas que más captaron su atención:
La Sra Eddy dijo que Dios cuida como lo hace un pastor, y que Él nos vigila para que el enemigo el error no pueda sorprendernos y apartarnos de la Luz hacia la oscuridad… que Él es nuestra torre de vigilancia por la noche y mantiene encendida la Luz que nos muestra el camino, que es bueno. La hora de la enfermedad parece insoportable y luego viene la Luz y la comprensión y cuando nos esforzamos y trabajamos por la Verdad y cuando nos agotamos, Él, que es espíritu, nos toma y nos lleva al redil donde no hay deterioro y donde hay Amor y Vida eterna y fuera de la creencia del error. No podemos llamarle Padre hasta saber que él nos ha adoptado. Para ser contados como uno de los hijos de Dios tenemos que pasar bajo su vara antes de entrar al redil de la Verdad.9
Cuando la leemos en conjunción con lo que parece ser un borrador de este sermón, vemos que la carta de Ernest capta bastante bien la esencia de lo que Mary Baker Eddy probablemente dijo sobre este tema. El borrador dice en parte:
El Gran Pastor construye [una] torre coronada por Dios para Su rebaño… Desde este refugio y y fortaleza el enemigo se ve a la distancia y antes de que llegue el peligro. Si se mantiene la vigilia, nunca se acerca[.] El Gran Pastor guía a Sus rebaños por la mañana en las horas luminosas cuando la luz de la fe irrumpe sobre el entendimiento y los afectos… La Verdad que amanece disipa las sombras y la oscuridad y guía al cautivo hacia la libertad y el alivio. Por la noche el Gran Pastor lleva a Su rebaño de regreso al redil… Si una de las ovejas de Su rebaño se extravía, el Gran Pastor no es ajeno a Su descarriada. Su amor la busca y la guía de regreso gentilmente o por la fuerza si no está dispuesta a volver al rebaño.10
Aunque generalmente los locales estaban abarrotados cada vez que Mary Baker Eddy predicaba, dondequiera que fuera,11 la correspondencia que aparece en la colección de los Documentos, tal como la de Ernest, muestra que las ideas y la inspiración de los sermones de Mary Baker Eddy llegaron a audiencias aun más grandes y amplias mediante los relatos escritos de los asistentes que las compartieron. El 21 de julio de 1888 Winslow Fisk le escribió a Mary Baker Eddy, adjuntando la carta de Ernest:
Pensando que quizás le gustaría saber cómo los niños aprecian y comprenden su prédica, adjunto unas notas de su sermón del domingo pasado, que me envió mi pequeño hijo Ernest. Nadie lo ayudó a prepararlas. La Sra Fisk me envió notas más detalladas del sermón. Se las he leído a muchos de mis pacientes y a la familia Farlow para que usted vea que la riqueza de las ideas contenidas en su sermón no quedó confinada a Chickering hall12
El programa del servicio que tuvo lugar el 15 de julio de 1888 muestra el himno de cierre que la congregación cantó ese día. El versículo final dice lo siguiente:
Avanza hacia la vida, ¡oh hijo terrenal!
¡Sé digno de tu legado celestial!
Por noble servicio hasta aquí has llegado;
¡Ayuda a tu hermano, honra a tu Dios amado!13
Quizás podamos imaginar al joven Ernest Fisk sintiéndose alentado por las palabras de este himno y escribiéndolas en su corazón al compartir la inspiración que había obtenido al escuchar el sermón de Mary Baker Eddy.